

by Alex Izquierdo
- Blog
La nutrición del futuro
¿De dónde partimos?
Las dietas pre-establecidas que podemos encontrar en cualquier revista de salud o propuesta por los medios de comunicación no suponen un enfoque práctico por muy sencilla que esta opción pueda parecer.
Así mismo, el enfoque clásico profesional defiende un tratamiento del exceso de peso incidiendo en la consecuencia o resultado que el cuerpo presenta como respuesta de la adaptación frente a ciertos estímulos: el almacén de grasa. No obstante, ¿realmente supone la causa raíz?
Estimar cuanta energía gastará el paciente con complejas fórmulas y pautar elaboradas dietas que sugieran comer menos de lo que se va a gastar parece ser como la primera ley de la termodianámica, la cual apunta a que nada puede fallar; pero falla.
Numerosas evidencias demuestran que la mayoría de las personas volvemos a ganar peso después del período de realización de una dieta o incluso podemos llegar a aumentar todavía más; aquí acuñamos al famoso término “efecto rebote”.
¿Qué podemos hacer?
Cuando se elaboran las dietas, partimos de valores externos, tangibles y objetivos (rellenando un cuestionario de salud) como el peso, la talla, historial médico previo, etc. A su vez, elaboramos un registro de lo que la persona come y lo contrastamos con los parámetros estándar de lo que se entiende por dieta saludable, combinados al mismo tiempo con la aplicación de ciertos criterios de una dieta baja en calorías.
Cuando hacemos eso, lo que pretendemos es dar solución a un problema de gran complejidad por medios externos o ambientales. Estos van focalizados en detectar al máximo todas las variables posibles de hábitos y conductas alimentarias como los horarios, los tipos de alimento consumidos, las cantidades ingeridas y en general todo aquello que sea visible.
¿Qué podemos hacer?
Cuando se elaboran las dietas, partimos de valores externos, tangibles y objetivos (rellenando un cuestionario de salud) como el peso, la talla, historial médico previo, etc. A su vez, elaboramos un registro de lo que la persona come y lo contrastamos con los parámetros estándar de lo que se entiende por dieta saludable, combinados al mismo tiempo con la aplicación de ciertos criterios de una dieta baja en calorías.
Cuando hacemos eso, lo que pretendemos es dar solución a un problema de gran complejidad por medios externos o ambientales. Estos van focalizados en detectar al máximo todas las variables posibles de hábitos y conductas alimentarias como los horarios, los tipos de alimento consumidos, las cantidades ingeridas y en general todo aquello que sea visible.
Su figura es similar a la de un mentor o asesor en relación a un tema o campo en particular. Avanzar detectando posibles “ángulos muertos” y respaldarse en los conocimientos y experiencia de un coach es lo que numerosos deportistas de alto rendimiento, líderes políticos, famosos y en general personajes con altos cargos de responsabilidad no dudan en demandar.
¿Adelgazar ahora es cosa de ricos?
Como ocurre con la tecnología, los medios y herramientas más pioneras son inicialmente de difícil acceso por su elevado precio.
En la actualidad, y precisamente gracias a los avances tecnológicos, el servicio de un coach se encuentra al alcance de la población general a precios muy asequibles. Las personas que operan al más alto nivel profesional y en definitiva, cualquier persona que requiere de los mejores resultados con elevados niveles de compromiso puede beneficiarse del coaching.
No obstante, más allá de su precio relativo, el valor del trabajo realizado con un profesional así traspasa los límites puramente alimentarios ya que, al tomar más consciencia nutricional, inevitablemente ampliamos nuestro campo de influencia en otros aspectos de la vida (personal, familiar, social…).
Muchos hospitales ya cuentan con la figura de un coach nutricional complementario a la de un dietista-nutricionista para mejorar el tratamiento de pacientes con obesidad y mejorar así sus índices de eficacia.
Pero entonces, ¿dieta sí o no?
El enfoque para mejorar la salud suele ser más apropiado que el de bajar de peso a largo plazo ya que esta visión se centra en reajustar el peso ideal de la persona de manera natural.
No obstante, si el objetivo es puramente bajar de peso, de manera razonable deberá ir acompañado por medio de un plan de alimentación y de ejercicio lo más personalizado posible que lo respalde a nivel práctico.
El acompañamiento durante todo el proceso de cambio, la empatía, y la educación en términos de alimentación y salud, favorece la consciencia y por consiguiente las elecciones que tomamos en torno a estos.
El ser humano forma un todo indivisible que comprende tanto aspectos objetivos como subjetivos, por lo que, a priori, una dieta de adelgazamiento sin supervisión profesional no suele ser lo más recomendable.